miércoles, 22 de diciembre de 2010

“Esto os servirá de señal”

Os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el Señor. Esto os servirá de señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre. Lucas 2:11-12

Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos.
Isaías 55:9

Cuando Dios quiso revelarse al mundo, no se manifestó con una demostración de poder y de gloria, sino que dio la más humilde señal de su presencia: “un niño acostado en un pesebre”. Esta señal tan discreta permaneció desapercibida para la mayoría, pero para los pocos que esperaban al Mesías prometido, era la señal del cumplimiento de las promesas de Dios. Así un anciano, Simeón, tomó al niño Jesús en sus brazos y exclamó: “Ahora, Señor, despides a tu siervo en paz… porque han visto mis ojos tu salvación” (Lucas 2:29-30).

Sí, los pensamientos de Dios son infinitamente más altos que los nuestros. Nadie habría podido imaginarse que Dios se haría hombre y que el Rey de los reyes nacería en un establo. Dios invierte nuestras nociones de grandeza. El rey que acababa de nacer en Belén haría su entrada en Jerusalén, no sentado en un carro, sino en un asno.

No vino para enriquecerse, sino para enriquecernos a nosotros. Jesús no vino para dominar, sino para servir; no vino para someter, sino para dar su vida por nosotros. Se rebajó y fue al encuentro de los pobres, los enfermos, los pecadores, para revelarles el inmenso amor de Dios, ese amor “que excede a todo conocimiento” (Efesios 3:19). ¡Al morir en la cruz demostró cuánto ama a cada hombre!

Fuente:LaBuenaSemilla.net

jueves, 2 de diciembre de 2010

Mirad las aves…

Desde las ventanas de mi casa puedo observar diariamente una postal de Mateo 6:26, el conocido pasaje bíblico, donde Jesús nos insta a mirar las aves del cielo. Nunca antes las había observado con detenimiento, ya que durante mucho tiempo viví en una ciudad y allí las aves no tenían espacio dentro de mi agenda. Aunque debo confesar que, alguna vez, me han llamado la atención esas palomas que enfilan hacia un mendrugo de pan ubicado sobre la acera.

Cada mañana, aves de diversas especies se preparan para recibir el alimento diario. Fru-tos de distintos árboles —entre otras cosas— sirven de vianda para estas peregrinas que desconocen el afán y la ansiedad y que, confiadamente, reciben al nuevo día con la tranquilidad de saber que su Creador ya les proveyó el sustento necesario para v ivir. Es asombroso verlas en verano sobrevolar los árboles con el objetivo de elegir la mejor porción, pero también es cautivante verlas en invierno tomar el alimento de parte de una mano bondadosa que, pese a la nieve, les acerca la ración del día.

Fíjense en las aves del cielo: no siembran ni cosechan ni almacenan en graneros; sin embargo, el Padre celestial las alimenta. ¿No valen ustedes mucho más que ellas? Mateo 6:26

En muchas oportunidades el afán y la ansiedad nos asedian. La preocupación por el futuro, el temor a los cambios económicos y políticos, la incertidumbre y la inestabilidad laboral parecieran cercarnos y decirnos que no estamos errados al sentirnos ansiosos. Pero curiosamente las palabras de Jesús en el pasaje citado nos dicen todo lo contrario.

Tal vez en este momento de nuestras vidas nos encontremos en una situación donde el mañana nos tiene amenazados, pero creo que nada puede ser tan grave como par a impe-dirnos levantar nuestra mirada en fe hacia el Señor y apropiarnos del ejemplo de las aves. Ellas no vuelan impulsadas por la desesperación, sino que lo hacen tranquilas, sabiendo que su mañana está bajo el control de su Creador.

Dios nos invita a sus hijos a dejar de lado la preocupación, el temor y la ansiedad, pues él tiene cuidado de nosotros:

Depositen en él toda ansiedad, porque él cuida de ustedes.1 Pedro 5: 7

El poder pararnos en el presente, a la luz de lo que dice Dios, nos dará la respuesta a todos nuestros interrogantes y nos fortalecerá la fe. De esta manera, el mañana y los problemas ya no se verán más como una amenaza, sino como una nueva oportunidad que nos permitirá comprobar —una vez más— que Dios tiene todo bajo Su control.

No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. Filipenses 4:6

Fuente: Portal de la Iglesia Latina, Patricia Götz

miércoles, 1 de diciembre de 2010

“¡Hombre de Poca Fe!”

Al momento Jesús, extendiendo la mano, asió de él, y le dijo:
¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?
Mateo 14:31

Cristianos, reconozcamos que a menudo merecemos ese reproche lleno de amor que Jesús dirigió a Pedro, cuando empezaba a hundirse en el mar. El viento agresivo de la prueba a veces nos desestabiliza. En tales momentos, recordemos cuatro verdades esenciales:

En primer lugar el Señor resucitado promete a los suyos: “He aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:20). En ese “todos los días” están incluidos los días de prueba.

En segundo lugar, está escrito: “A los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien” (Romanos 8:28). Algunas nos hacen llorar, pero también nos ayudan.

En tercer lugar dice: “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias” (Filipenses 4:6). Ninguna necesidad está, pues, excluida de los temas que podemos llevar al Señor. Quizás él no responda inmediatamente, como lo desearíamos, pero podemos estar seguros de que lo hará a su tiempo y a su manera; mientras tanto, la paz de Dios llenará nuestro corazón.

Por último, recordemos que él es el “Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones” (2 Corintios 1:3-4). Frente a nuestras penas, los consuelos del Señor siempre sobrepasarán nuestras espectativas.

“Sometida a prueba vuestra fe… sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo” (1 Pedro 1:7).

Fuente:LaBuenaSemilla.net

¿Estar equivocado?

Jesús les dijo: ¿No erráis por esto, porque ignoráis las Escrituras, y el poder de Dios?
Marcos 12:24

Jesús tuvo que reprender frecuentemente a los sabios de Israel, los jefes y los principales del pueblo, quienes se oponían a él y le tendían trampas.

Contestaba de manera irrefutable a los que le interrogaban y trataban de ponerle en un aprieto mediante preguntas capciosas, y agregaba: “Erráis, ignorando las Escrituras” (Mateo 22:29).

Hoy en día mucha gente también discute, razona, y argumenta. Habla de lo que cree, de lo que siente y piensa. Pero, ¿Por qué está equivocada? Porque no conoce ni comprende las Escrituras ni el poder de Dios.

Aun la gente religiosa habla de sus concepciones personales, de su manera de ver, de las opiniones de sus conductores o maestros… Algunos tienen conceptos extraordinarios acerca de Cristo mismo. Pero, ¿Es ésta una base fiable para construir nuestra vida presente y garantizar la venidera?

Para comprender la verdad de Dios es necesario leer su Palabra, la Biblia, y meditarla. Pero aun esto no sirve de nada si no tomamos la actitud de un niño, dejando a un lado nuestras interpretaciones, para recibir humildemente lo que Dios quiere decirnos. Por su Espíritu él nos comunica su conocimiento. ¿Estamos dispuestos a someternos a las Escrituras y a experimentar así el poder de Dios?

En su Palabra Dios nos da a conocer todo lo que necesitamos para alcanzar la salvación de nuestras almas y ser guiados en esta vida.

Fuente:LaBuenaSemilla.net