miércoles, 23 de marzo de 2011

Honrar el Matrimonio


Maridos, amad a vuestras mujeres,
así como Cristo amó a la iglesia,
y se entregó a sí mismo por ella.
Efesios 5:25.

Vivid con ellas sabiamente,
dando honor a la mujer como a vaso más frágil,
y como a coherederas de la gracia de la vida,
para que vuestras oraciones no tengan estorbo.
1 Pedro 3:7.

El matrimonio fue instituido por el Creador antes de la desobediencia del primer hombre, mientras éste estaba todavía en el paraíso. El libro de Génesis enseña: “Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne” (Génesis 2:24). Cuando Jesús estuvo en la tierra confirmó estas palabras, agregándoles una seria advertencia: “Por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre” (Mateo 19:3-6). Esto subraya la importancia del matrimonio.

El hecho de estar devalorizado en los países llamados cristianos muestra claramente el bajo estado moral de estos últimos. La unión libre, el adulterio y el divorcio no sólo son causas de sufrimientos para los cónyuges y sus hijos, sino que constituyen en primer lugar una ofensa grave para Dios, quien instituyó el matrimonio.

Tal como Dios lo estableció, el matrimonio es el reflejo de la relación de Cristo (el esposo) con la Iglesia (la esposa). El apóstol Pablo nos da a conocer ese misterio (Efesios 5:22-23). Por eso, el marido y la mujer que quieren agradar a Dios escuchan las instrucciones divinas a fin de vivir la relación de casados según sus enseñanzas. Conscientes de su debilidad, buscan fortalecerse mediante la oración y la lectura de la Biblia, pidiéndole que los mantenga fieles, para que sean uno en Cristo en la tierra.

Fuente:LaBuenaSemilla.net

lunes, 21 de marzo de 2011

La entrada gratuita

Tu dinero perezca contigo, porque has pensado que el don de Dios se obtiene con dinero.
Hechos 8:20

Así dice el Señor:… sin dinero seréis rescatados.
Isaías 52:3

Por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios.
Efesios 2:8

Nuestra sociedad parece estar gobernada por el dinero, lo cual contribuye a aumentar las desigualdades de forma cruel. Pero, en un mundo donde todo se compra, Dios ofrece gratuitamente el agua de la vida (Apocalipsis 22:17). Junto a él, en ese país a donde quiere llevarnos, no hay circulación monetaria. Es un lugar donde disfrutaremos de una felicidad perfecta y eterna.

La entrada es gratuita, pues Dios no es un comerciante: él da, pero no vende. “¿Hará él estima de tus riquezas, del oro, o de todas las fuerzas del poder?” (Job 36:19).

Pero Dios tiene sus exigencias: él da libre entrada en el cielo a los que son salvos por la obra de Cristo. Mas nosotros, pecadores como somos, ¿Podremos entrar en el cielo? ¿No debemos temer ser rechazados? ¡No! Si hemos reconocido nuestra culpabilidad y creído en el sacrificio de Cristo, sabemos que alguien pagó en nuestro lugar.

Jesús expió nuestros pecados mediante su sacrificio. Fuimos “rescatados… no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo” (1 Pedro 1:18-19). “Somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre” (Hebreos 10:10). “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo…

Fuente:LaBuenaSemilla.net

jueves, 10 de marzo de 2011

Hágase tu Voluntad


“Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra” (Mateo 6:10). Esta petición sobreentiende que deseamos lo que Dios quiere. En el cielo la voluntad de Dios se cumplió sin obstáculo ni demora. En la tierra esta voluntad está como ligada a la del hombre. Dios acepta que su acción dependa de este último, a quien considera realmente libre y responsable.

Pero el hombre se obstina en resistir a Dios de manera abierta o solapada. Es una rebelión que empezó ya hace mucho tiempo y va intensificándose a medida que la criatura se eleva mediante los adelantos tecnológicos y científicos y se cree independiente de su Creador.

Sin embargo, la voluntad de Dios es buena, agradable y perfecta (Romanos 12:2). Nosotros, cristianos, tenemos mucha dificultad para desearla verdaderamente debido a nuestra propia voluntad independiente, que no conseguimos dejar de lado. Tenemos tendencia a hacer sólo parcialmente la voluntad de Dios y nuestra vida se vuelve mediocre.

Sigamos el ejemplo del Señor Jesús, quien se gozaba en hacer la voluntad de su Padre. ¡Que nuestra felicidad consista en hacer Su voluntad antes que la nuestra! Así podremos vivir en comunión Él, en nuestros momentos de oración y en todas nuestras actividades del día.

Fuente:LaBuenaSemilla.net

jueves, 3 de marzo de 2011

El Libro de Dios

Escudriñad las Escrituras.
Juan 5:39.

Bienaventurado el varón…
que en la ley del Señor está su delicia.
Salmo 1:1-2.

Muchas personas piensan que la Biblia es un libro complicado, aburrido, desfasado o incomprensible. Sin duda nunca han abierto este libro, o apenas lo han hojeado. Quizá también lo asocian con aquellos que apelan a él, pero que no viven conforme a lo que él enseña. Entonces miran la Palabra de Dios con mala cara, desconfiando de todo lo que se llama cristiano.

A pesar de los prejuicios de algunas personas, la Escritura es el mensaje de un Dios que nos ama, es un maravilloso alimento para el alma, un guía seguro e infalible para aquel que desea una existencia armoniosa. Desde la primera línea anuncia a los hombres una gran y tranquilizadora noticia: no están solos en la inmensidad del universo. Dios existe, es el autor de toda la creación y ama profundamente al hombre, pese a sus extravíos.

Ante la variedad de problemas que acosan a nuestra generación, el optimismo y los esfuerzos de aquellos que aún creen poder cambiar el curso de las cosas ya no bastan. Frente a sí mismo y a su problema, el hombre mide su impotencia y la profundidad de su soledad. Constata la vanidad de sus esfuerzos, la insuficiencia de su voluntad y la fragilidad de su condición.

Entonces, qué felicidad conocer, por “las Sagradas Escrituras”, que Dios vela sobre nosotros con paciencia y amor, que su infinita bondad es una realidad visible, que su justicia tendrá la última palabra, y más aún, que él dio a su Hijo Jesús para demostrarnos su amor de modo indiscutible.

Fuente:LaBuenaSemilla.net

Como un niño


Señor… me he comportado y he acallado mi alma como un niño destetado de su madre.
Salmo 131:1-2

Echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros.
1 Pedro 5:7

El niño acurrucado en el pecho de su madre es la representación de la confianza y del bien­estar. Está satisfecho más allá de todo lo que pudiese desear. Esto es así para todo niño que tiene el privilegio de tener una madre buena y cariñosa.
Pero cuando el niño crece, a menudo esa sensación de bienestar se ve reemplazada por la inquietud, pues tiene que entrar y arreglárselas en el turbado mundo de los adultos.

¿Esta paz sólo existe en la infancia? Algunos creen que sí. Las condiciones de la vida moderna son muy estresantes para muchos, y eso a pesar de los avances de la ciencia y de la tecnología que aseguran una comodidad innegable y cierta seguridad.
¡Pero incluso en un mundo turbado, todavía es posible experimentar la paz!
Por la fe en Jesucristo tenemos paz con Dios y pasamos a ser sus hijos. Es un Padre lleno de compasión y nos cuida. Nada se escapa a su control. Conducidos por Jesús hacia esta feliz relación con su Padre, aprendemos a gustar la paz, la paz de Dios.

Entonces podemos abandonar todo aquello que nos turbe: el sentimiento de culpabilidad, el orgullo, la inquietud, los celos y muchas cosas más.
De este modo podemos vivir por la fe, bajo la mirada de Dios. La paz rebosará de nuestro corazón y la serenidad llenará nuestro espíritu.
Fuente:LaBuenaSemilla.net