Orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos.
Efesios 6:18
El objetivo
número uno de la oración no es recibir primeramente los dones de Dios, sino
recibirlo a él mismo.
La oración no puede estar separada de la lectura atenta de la Palabra de Dios. La una no puede ir sin la otra; una llama, estimula y es proporcional a la otra.
Cuanto más oramos, tanto más descubrimos diferentes motivos para orar.
Escucha, hijo mío, nunca acortes tus citas con Dios por la mañana, antes de irte.
Aprende a intercalar breves oraciones entre las interrupciones y el ruido.
Dios nunca está a más de una oración de distancia de usted.
Todo es más sencillo cuando se ora.
La oración da la fuerza y abre las puertas. Si bien no abre las puertas de las celdas de la cárcel, en cambio, sí, abre los corazones de los que se encuentran en ellas.
Para ser escuchada por Dios, la oración debe estar acompañada del estado moral conveniente. La conciencia de su gracia nos guardará en la humildad (1 Pedro 5:5), que no presume de sus fuerzas sino que cuenta con Dios.Fuente: http://labuenasemilla.net