viernes, 13 de marzo de 2009

Con todo tu corazón


Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón.
Proverbios 4:23

Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente.
Mateo 22:37

En el sentido bíblico del término, el hombre es prácticamente identificado con su “corazón”, el cual representa lo más profundo que hay en él, el centro de su personalidad, el punto de convergencia de sus motivos, la fuente de sus fuerzas vitales, el segundo plano de su vida afectiva, de sus hechos, de su sabiduría y de toda comprensión e inteligencia.

Dios no mira nuestra apariencia, sino el interior de nuestro ser, el corazón. Conoce lo que pensamos, lo que amamos y sabe por qué obramos.

El Evangelio nos trae una buena nueva. ¡Dios quiere darnos un corazón nuevo! Esto es indispensable, porque desde que el pecado entró en el mundo, el corazón humano llegó a ser una fuente contaminada por el pecado.

Jesús dijo: “De dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez” (Marcos 7:21-22).

¡Cuánto necesitan ser purificados nuestros corazones! Dios cumple esta limpieza en cada uno de los que creen en Jesucristo (véase Hechos 15:9). Él da una vida nueva, su propia vida. ¿La necesita el lector?

Creyentes, ¿hay alguna esfera secreta, algún pecado escondido que quisiéramos no mostrar a Cristo? Antes de responder recuerden que no existe nada oculto para Dios, el todo lo sabe. Aquel que venció la fuente del mal también nos da los recursos para triunfar sobre ese mal que todavía toleramos en nosotros.

Pídele hoy mismo que te de un corazón limpio y puro para amarle solo a El. Amén.

Fuente: LaBuenaSemilla.net

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