miércoles, 14 de diciembre de 2011

La tentación llega por los pensamientos

Cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido.
Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte.
Santiago 1:14-15.

En la Biblia a menudo las palabras tienen un sentido más amplio del que inicialmente nos viene a la mente. Por ejemplo, la palabra “corazón” designa más que los sentimientos. Engloba todo el interior de nuestro ser: pensamientos, motivaciones, etc. Del mismo modo, la palabra “tentación” engloba todo lo que nos aleja de la voluntad de Dios. La tentación puede ser exterior, por ejemplo cuando alguien nos provoca hablándonos mal o alabándonos. También puede ser interior; en este caso está ligada a la codicia.

Amigos creyentes, la tentación interior siempre nace bajo la forma de pensamientos o imágenes, pero el amor de Cristo y el deseo de agradarle son un filtro muy eficaz que nos permite rechazar el mal. Como decía Lutero, no podemos impedir que los pájaros vuelen sobre nuestra cabeza, pero podemos impedir que aniden en ella. Si aceptamos un mal pensamiento, corremos el riesgo de dejarnos seducir, nos volvemos cautivos de él y acabamos por ponerlo en práctica; lo que nos hace más vulnerables frente a la próxima tentación. Por el contrario, cuando un mal pensamiento nos viene a la mente, si clamamos al Señor y lo rechazamos, seremos liberados.

Pero si hemos cedido a la tentación, no permanezcamos en nuestro fracaso. ¡Confesémoslo al Señor! Él nos ayudará y nos dará la victoria sobre el mal.


Fuente:LaBuenaSemilla.net

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