Mirando a Jesús que andaba por allí, dijo: He aquí el
Cordero de Dios.
Juan 1:36
Nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús.
Hebreos 12:1-2
«Mirar a Jesús. Sólo son tres palabras, pero en ellas está el secreto de la vida cristiana. Mirar a Jesús quien fue crucificado, a fin de hallar, en Su vida entregada por nosotros, nuestro perdón y nuestra paz. Mirar a Jesús glorificado para encontrar en él la única justicia que nos justifica y permite que nos acerquemos a Dios. Mirar a Jesús glorificado para tenerlo como el defensor celestial que ora sin cesar por cada uno de los suyos. Mirar a Jesús para seguirlo por la fe y encontrar en su amor la fuerza para triunfar sobre nuestra rebeldía y sobre todos los ataques del mal y de Satanás. Mirar a Jesús para que nuestras tinieblas se disipen ante la claridad de su amor, para que nuestras alegrías sean santas y tengamos tranquilidad en nuestras penas… para que nos enseñe a orar y responda a nuestras oraciones. Jesús nos deja en el mundo pero nos separa de él, porque nuestra vida está escondida con él en Dios, y entonces nuestra conducta puede dar testimonio de él ante los hombres. Mirar a Jesús en la Escritura para aprender quién es, qué hizo, lo que da y lo que pide; para tomarlo como modelo, sus palabras como enseñanza y sus promesas como soporte». Théodore Monod.
Fuente:LaBuenaSemilla.net
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viernes, 24 de febrero de 2012
Mirar a Jesús
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