Vosotros negasteis al Santo y al Justo,y pedisteis que se os diese un homicida.
Hechos 3:14.
Tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento los creyentes son llamados justos. ¿Obtuvieron este nombre por su justo proceder? No, su justificación es una dádiva de Dios, la cual recibieron en base a su fe. “Al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia” (Romanos 4:5).
El Señor Jesús también es llamado “el Justo”. Lleva este título por dos razones:
Primero, él fue el único ser humano justo. Era justo en todo sentido, es decir, en todo lo que hacía, en su forma de vivir, en lo que decía y en cómo lo decía. Plenamente sumiso a Dios, manifestaba luz y amor en este mundo. Por eso fue el único que pudo morir por nosotros: “Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios” (1 Pedro 3:18).
Segundo, el Señor Jesús también es “el justo” porque reinará con justicia. Algunas profecías en el Antiguo Testamento describen su señorío justo. Al lado de él todo gobernante humano, por más que se esfuerce por gobernar justamente, empalidecerá. ¡Qué glorioso tiempo tiene todavía la tierra por delante! “He aquí que para justicia reinará un rey, y príncipes presidirán en juicio”. “Y será la justicia cinto de sus lomos, y la fidelidad ceñidor de su cintura” (Isaías 32:1; 11:5).
Mientras esperamos estar para siempre con esa Persona insuperable, vivamos de una manera digna de nuestro Salvador. Y en el día del Señor, acudamos para adorarle juntamente con los suyos. Amén.
Fuente. http://www.labuenasemilla.net/
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