martes, 23 de septiembre de 2008

Testigos eficaces


Por Marcos Witt


Muchas veces, lo que más impacta de una persona no son las palabras, sino sus acciones.


Para ser un testigo eficaz, necesitamos vivir una vida de integridad. Según el diccionario, «íntegro» significa «persona recta, proba, intachable».


Una persona íntegra es aquella que vive en público de la misma manera que vive en privado.Si le hablamos al mundo acerca del amor de Dios, necesitamos mostrarlo a través de nuestra vida y nuestras acciones. Si hablamos de fidelidad a nuestra esposa, debemos serle fiel. Si hablamos acerca del perdón, debemos ser el primero en perdonar.


Si enseñamos sobre honestidad, debemos cuidar que la cuenta bancaria siempre tenga dinero cuando firmemos los cheques. Si predicamos acerca de la excelencia en el trabajo, tenemos que cumplir con el horario la­boral y el compromiso del mismo.


Si somos patronos, necesitamos cumplir con nuestros empleados. Si somos supervisores, tenemos que mostrar el amor de Dios y su justicia con aquellos que están bajo nuestra autoridad. Esto debe ser así, porque nuestras acciones deben alinearse con nuestras palabras, y eso nos hace tener credibilidad. Eso es integridad.Para ser un testigo eficaz, debemos ser un testigo inteligente.


Jesús dijo en Mateo 10:16 que debemos ser «astutos como ser­pientes, y sencillos como palomas» (NVI). Para lograr esta conjugación, debemos poner a trabajar nuestra mente antes de poner a hablar nuestra boca. Por ejemplo, si queremos compartir el mensaje del evangelio de Jesús con alguien, busquemos primero la manera de entrar en tema.


Muchas veces, tratamos de ganar gente para Cristo y dar testimonio, pero somos bruscos en la manera de predicar, sin tener la sensibilidad adecuada para obtener un resultado positivo. El Señor quiere que escojamos bien tanto las palabras como la forma de decirlas.


Mientras meditaba sobre esto, recordé la historia de un sargento que era bruto en su manera de hablar. Un día, los soldados estaban todos en fila, y mientras les daba las instrucciones finales antes de permitirles ir a descansar, dijo: «Necesito que todos regresen a sus dormitorios, excepto el soldado Martínez. Tengo que avisarle que su mamá murió, y debe ir a arreglar sus asuntos a la oficina». El sargento no tuvo la sensibilidad de decírselo en privado ni con mucho tacto.Al día siguiente, le informan al sargento que la mamá de Sánchez había muerto, pero que, por favor, tuviera un poquito más de sensibilidad y no le diera la noticia en público. El sargento pensó y pensó, y tuvo una gran idea. Puso a todos los soldados en fila y dio sus instrucciones, pero antes de despedirlos les dijo: «Todos aquellos que tengan mamá, den un paso para adelante. Sánchez, ¡quédate ahí donde estás!».


En ocasiones, nos parecemos al sargento en que no buscamos la mejor manera de expresar nuestro mensaje. Necesitamos tener más sensibilidad para poder co­nocer el contexto de las personas y predicarles acertadamente. Tenemos que buscar inteligentemente la relevancia de nuestro mensaje ante la necesidad que la gente está viviendo.


Muchas veces, lo que más impacta de una persona no son las palabras, sino sus acciones. Una sonrisa, un abrazo, un beso en el momento correc­to puede resonar más fuerte que mil palabras gritadas desde las bocinas más estridentes que existan.El testigo inteligente utiliza un vocabulario inteligible a nuestros tiempos.


Hay cristianos que hablamos de una forma extraña y mística, con un vocabulario que a veces es difícil de entender. Necesitamos utilizar el vocabulario de Cristo en términos inteligibles. Eso fue lo que Jesús hizo cuando caminó por la tierra. Él utilizaba las parábolas como sistema de enseñanza. A los fariseos les molestaba esto, porque era una forma muy popular de comunicarse con la gente. El lenguaje de comunicación utilizado en una parábola no era académico; sin embargo, fue el que Jesús eligió para alcanzar a las personasUtilicemos un vocabulario que la gente entienda.


Los cristianos perdemos muchas oportunidades buenas por no tener un vocabulario más accesible. ¿Qué importa si no se quedan anonadados con nuestras palabras? Lo que la gente necesita es quedar impresionada con lo que el Señor ha hecho en nuestra vida.


Fuente: Avanza por más

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