martes, 19 de agosto de 2008

Cure las heridas emocionales


Cure las heridas emocionales

¿Cuántas veces estamos en una situación relativamente tranquila y en paz y de repente viene a nuestra memoria una cosa pasada que en su momento nos hizo sufrir?, ¿Cómo reaccionamos ante ese recuerdo?

¿Lo dejamos ir rápidamente y volvemos a la calma o nos enfrascamos en la tarea de revivir esa situación que nos dañó?

¿Cuántas veces pasan los días, los meses y los años y dentro de nuestros corazones siguen existiendo situaciones que nos incomodan, nos ofenden, nos lastiman, nos hacen perder la Fe, nos alejan de Dios, etc.?, por alguna extraña razón los seres humanos tenemos la mala costumbre de ponernos “sal en las heridas”, en lugar de agua limpia que en verdad nos cure.

¿Qué nos falta hacer o decir o comprender para poder tomar la determinación de ya no reabrir nuestras propias heridas?

¿Existe alguna situación que te incomoda de manera recurrente, existe algo que llevas dentro de tu corazón y que no te deja estar en completo reposo?

¿Cuan hemos ratificado que esa situación está más allá de nuestras fuerzas humanas que habremos de hacer?

Salmos 6:2-4, NVI
2 Tenme compasión, Señor, porque desfallezco; sáname, Señor, que un frío de muerte recorre mis huesos.
3 Angustiada está mi *alma; ¿hasta cuándo, Señor, hasta cuándo? 4 Vuélvete, Señor, y sálvame la vida; por tu gran amor, ¡ponme a salvo!

Clama a Dios, pídele a Dios que el tome esa situación y que con su amor y misericordia la saquen para siempre de tu vida.

Salmos 30:2-3, NVI
2 Señor mi Dios, te pedí ayuda y me sanaste.
3 Tú, Señor, me sacaste del *sepulcro; me hiciste revivir de entre los muertos.

Así de grande es el poder de nuestro Señor, solo El puede hacernos revivir de entre los muertos. ¿No han visto alguna vez a una persona que se duele tanto de su pasado, que parece que es un muerto en vida?, nada le causa alegría, nada lo consuela, está alejado de los demás, se queja de todo.

Esto pasa en lamentables ocasiones en que se pierde a un ser querido, resulta muy natural que deseamos que la gente que amamos esté siempre con nosotros, pero los planes de Dios son muy diferentes a nuestro entendimiento, el es Sabio y tiene planes para cada uno de nosotros. No hay nada malo en guardar duelo por la partida de un ser querido, pero Dios no va a aceptar jamás que nos dejemos morir a causa de la pena. El quiere liberarnos y darnos vida.

Salmos 30:11-12, NVI
11 Convertiste mi lamento en danza; me quitaste la ropa de luto y me vestiste de fiesta,
12 para que te cante y te glorifique, y no me quede callado. ¡Señor mi Dios, siempre te daré gracias!

En ocasiones nuestra pena o herida emocional tiene un origen diferente: un hogar en donde no se nos dio amor cuando éramos niños, un accidente, un trabajo perdido, algún amigo o persona que nos traicionó, alguien que nos robó, alguien que nos abusó, etc.

La situación ya está atrás y no tenemos el poder de cambiarla, pero sí tenemos la oportunidad de acercarnos a Cristo y entregarle nuestra pena, si tenemos la posibilidad de pedirle que El nos sane.

Salmos 103:3-5, NVI
3 Él perdona todos tus pecados y sana todas tus dolencias;
4 él rescata tu vida del *sepulcro y te cubre de amor y compasión;
5 él colma de bienes tu vida y te rejuvenece como a las águilas.

Cristo nos da vida y nos rejuvenece, el nos da el perdón y nos da la paz, alivia nuestras penas y nos da alegrías.

No importa cuanto tiempo llevemos sufriendo por alguna causa, Jesús tiene el poder para sanarnos en un instante si se lo pedimos de corazón.

Juan 5:5-9
Y estaba allí un hombre que había treinta y ocho años que estaba enfermo.
6 Como Jesús vió á éste echado, y entendió que ya había mucho tiempo, dícele: ¿Quieres ser sano?
7 Señor, le respondió el enfermo, no tengo hombre que me meta en el estánque cuando el agua fuere revuelta; porque entre tanto que yo vengo, otro antes de mí ha descendido.
8 Dícele Jesús: Levántate, toma tu lecho, y anda.
9 Y luego aquel hombre fué sano, y tomó su lecho, é íbase. Y era sábado aquel día.

Cristo no hizo caso de las quejas del paralítico, ni se sentó junto a El a lamentarse por sus males, ni lo alentó a que le siguiera contando de sus pesares. Jesús no tomó en cuenta los 38 años que ese hombre había sido paralítico, tan solo le preguntó “¿Quieres ser sano? Y a continuación le ordenó 2 cosas, la primera fue “Levántate, toma tu lecho y anda”, con ello le dijo, despierta, sal de tu prisión corporal, toma tu vida, porque en ese tiempo el lecho era lo único que el paralítico tenía, y anda, es decir onte en marcha, camina, no te vuelvas a sentar, no te vuelvas a quedar quieto, ¿saben porque pienso que el Señor no lo quería quieto?.

Juan 5:14
14 Después le halló Jesús en el templo, y díjole: He aquí, has sido sanado; no peques más, porque no te venga alguna cosa peor.

Jesús con sabiduría le pidió que no pecara más, no fuera a resultarle alguna cosa peor, de la misma manera si nosotros pedimos a Dios por sanidad, creemos con Fe y recibimos la gracias de la paz, la tranquilidad y la fortaleza, debemos evitar a toda costa el volver a caer, en volver a revivir eso que nos lastima.

En ocasiones esa herida que tanto nos duele no nos fue causada por otra persona, esa herida nos la causamos nosotros mismos, quizá hicimos algo malo en nuestro pasado y aunque ya le pedimos perdón a Dios y quizá a la persona o personas que ofendimos, no nos sentimos dignos del perdón y volvemos a machacarnos una y otra vez con ese sentimiento de culpa que no nos deja en paz.

Con esa mentalidad no estamos permitiendo que Dios obre en nuestros corazones, estamos dañando la obra benéfica del Espíritu Santo en nuestras vidas. Si de verdad, de corazón, con toda humildad y sinceridad hemos pedido perdón a Dios por nuestros actos pasados, entonces abran sus mentes y corazones para recibir la gracia y el perdón del Señor.

Salmos 103:8-14, NVI
8 El Señor es clemente y compasivo, lento para la ira y grande en amor.
9 No sostiene para siempre su querella ni guarda rencor eternamente.
10 No nos trata conforme a nuestros pecados ni nos paga según nuestras maldades.
11 Tan grande es su amor por los que le temen como alto es el cielo sobre la tierra.
12 Tan lejos de nosotros echó nuestras transgresiones como lejos del oriente está el occidente.
13 Tan compasivo es el Señor con los que le temen como lo es un padre con sus hijos.
14 Él conoce nuestra condición; sabe que somos de barro.

Dios es grande en amor, Dios es bueno, Dios es clemente, Dios es compasivo, ¿lo creen así?.

Dios sabe que somos seres humanos imperfectos que por la gracia de Cristo buscamos acercarnos a su perfección.

Dios toma nuestras fallas y pecados y los lleva tan lejos como están el oriente del occidente. Cristo mismo nos ama porque su amor es mayor que la distancia que hay del cielo a la Tierra.

Dios es el más amoroso de los padres, El te quiere así como eres, el te perdona todo y quiere que haya paz en tu corazón. El sabe que eres como barro en sus manos, solo permítele que El sea el alfarero y que te moldee según sus designios y propósitos para ti.

Salmo 147:3
3 El sana á los quebrantados de corazón, Y liga sus heridas.

Solo Dios sanará cada una de tus heridas, solo Cristo hará que tus heridas emocionales se borren por completo. ¿Al llegar a tu casa pídele al Señor que te sane de una vez por todas?, ábrele tu corazón al Señor y platícale tus penas con sinceridad y humildad, El tiene el poder de restaurarte.

Busca la paz en Cristo, busca que el Espíritu Santo te colmen de paz sanadora.

Isaías 57:19-21, NVI
19 les haré proclamar esta alabanza: ¡*Paz a los que están lejos, y paz a los que están cerca! Yo los sanaré —dice el Señor—, 20 pero los malvados son como el mar agitado, que no puede calmarse, cuyas olas arrojan fango y lodo. 21 No hay paz para los malvados —dice mi Dios—.

Los malvados no quieren la paz, pero los hijos de Dios la anhelamos y debemos pedírsela a cada instante, debemos orar con Fe para obtener la gracia que sane nuestras heridas.


Santiago 5:16, NVI
16 Por eso, confiésense unos a otros sus pecados, y oren unos por otros, para que sean sanados. La oración del justo es poderosa y eficaz.

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