Estoy seguro de que… ni potestades, ni lo presente,ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios,que es en Cristo Jesús Señor nuestro.
Romanos 8:38-39.
Las cosas que ocurren a nuestro alrededor y aún las que van a suceder no nos pueden separar del amor de Dios.
Hay guerras y desastres naturales pero no desmayemos por eso, pues el amor de Dios permanece con los creyentes.
Respecto a las potestades, podemos pensar en poderes espirituales que tratan de socavar nuestra fe de una manera muy sutil, procurando que empecemos a dudar de la verdad de Dios.
El amor de Dios siempre es más grande.
Tampoco nos dejemos deslumbrar por los logros del hombre, quien en su orgullo quiere ascender cada vez más en todos los campos.
El amor de Dios está muy por encima de ello. Cristo Jesús, nuestro Señor, “subió por encima de todos los cielos” (Efesios 4:10). Allí tomó el lugar a la diestra de Dios, como vencedor.
¿Puede una caída profunda después de la conversión separarnos del amor de Dios?
Por hondo que hayamos resbalado, allí también está el amor de Dios en Cristo Jesús, nuestro Señor. La conciencia de ese amor nos llevará a confesar nuestra falta para volver lo más pronto posible a gozar de la comunión con el Padre.
Realmente no hay nada ni nadie que pueda separarnos del amor de Dios, ese amor en Cristo Jesús, nuestro Señor, que él manifiesta cada día de una manera tan sobresaliente a todos los suyos.
Fuente:LaBuenaSemilla.net
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