sábado, 28 de febrero de 2009

Corazón de niño

¿Qué son los niños?
Son paquetes de energía que solo dejan de correr y hacer preguntas cuando están completamente exhaustos o caen rendidos de sueño. Suben los árboles, escarban en medio de un riachuelo, y generalmente con solo mirarlos, los adultos se rinden de cansancio. Algunos son más tranquilos que otros, pero todos hacen preguntas.

Al chico no le importa si esto te distrae o produce una gran sonrisa en tus labios. Ellos preguntan y actúan, día tras día, tras día. Los niños se comportan de esta manera porque desean saber. Son como enormes esponjas que absorben todo a su alrededor.

Es un momento valioso cuando ven algo especial. Sus rostros se iluminan como si fuera el día de Navidad. Se les saltan los ojos quedan boquiabiertos de incredulidad, y luego sonríen. A menudo los adultos nos hemos olvidado de sonreír.

Los niños no esconden nada. Si están emocionados o asustados, es muy obvio. Aceptan y devuelven amor y atenciones con imprudente abandono.

Podemos dejar de pensar como niños, pero hay una gran recompensa al experimentar el gozo que siente un niño. Un gran hombre es aquel que no ha perdido su corazón de niño.

Mateo 18:3
Si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos.

Fuente: El libro devocionario de Dios para los padres, Editorial Unilit.

viernes, 27 de febrero de 2009

El Padre te ama


No hay diferencia


En toda nación (Dios) se agrada del que le teme y hace justicia.
Hechos 10:35

No hay diferencia, por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios.
Romanos 3:22-23

Cuando el rey de Francia Carlos IX nombró como su primer cirujano a Ambroise Paré, le dijo: –Confío en que cuidarás mejor al rey que a los pobres. –¡Es imposible, majestad! –¿Y por qué?, preguntó el rey. –Porque siempre cuidé a los pobres como a reyes, fue la respuesta.

Ambroise Paré, un creyente ferviente, basaba su vida en la Palabra de Dios. Debía conocer la epístola de Santiago, y por lo tanto este versículo: “Si hacéis acepción de personas, cometéis pecado, y quedáis convictos por la ley como transgresores” (Santiago 2:9).

En esto Ambroise Paré era un imitador de Dios, a quien conocía y amaba. Dios “hace salir su sol sobre malos y buenos” (Mateo 5:45). “Dios es grande, pero no desestima a nadie” (Job 36:5).

Él “quiere que todos los hombres sean salvos” (1 Timoteo 2:4).Todos necesitamos ser salvos del pecado y de la muerte eterna.

Las diferencias de clases sociales, de pueblos y de culturas no tienen valor para entrar en el reino de Dios. Sólo una cosa importa: reconocer nuestro estado moral de perdición ante Dios y confiar en Jesucristo para ser salvos.¡No hay diferencia!

Cristianos, ¿no nos interpela esta expresión? Nosotros que a menudo estamos dispuestos a hacer diferencia entre las personas, a apreciar más a unas que a otras, ¡no olvidemos el ejemplo del médico Ambroise Paré!

Fuente: LaBuenaSemilla.net

martes, 24 de febrero de 2009

Siervos felices

Libertados del pecado, vinisteis a ser siervos de la justicia… ahora para santificación presentad vuestros miembros para servir a la justicia.
Romanos 6:18-19


Entre los numerosos títulos que designan a los creyentes en el Nuevo Testamento, se halla el de siervo (esclavo). En tiempos antiguos, la condición de esclavo era en general muy dura. Sin embargo, los apóstoles y el mismo Señor toman ese título y lo aplican a los creyentes.

El esclavo pertenece totalmente a su amo y está obligado a servirle. El sistema humano ocasionó tantos abusos que la palabra esclavo produce una terrible resonancia en nuestras mentes.

Pero hay casos en que la Escritura recomienda esta posición, para que así alguien pueda decir: “Yo amo a mi señor… no saldré libre” (Éxodo 21:5), «amo estos vínculos que me atan a él, porque él es bueno». El cristiano, ¿de quién puede decir que es el feliz siervo? Siervo de la justicia. Todos éramos esclavos del pecado, pero encontramos al gran libertador, Jesucristo, en quien está personificada la justicia.

Ahora le obedezco haciendo hechos justos ante Dios.Siervo de Jesucristo. Es el título que toman con alegría Pablo, Timoteo, Santiago, Pedro, Judas apóstol… al comienzo de sus epístolas.Jesús es mi verdadero amo. Me rescató por el precio de su sangre derramada en el Gólgota.

En la práctica, ¿soy un siervo sumiso?Siervo de Dios (Apocalipsis 1:1). Obedezco a Dios porque le pertenezco. Trato de hacer su voluntad, que es soberana y maravillosamente más sabia que la mía. ¿Me percato siempre de ello?

Fuente:LaBuenaSemilla.net

La pobreza de Cristo


Ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo,que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico,para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos.
2 Corintios 8:9

Es imposible describir en una breve devocional la pobreza que nuestro Salvador aceptó voluntariamente. Pero queremos recordar algo:¡Qué humillación más grande para el eterno Hijo de Dios hacerse hombre!

No entró en este mundo como un adulto. El Creador del universo nació como un bebé desamparado, de una madre pobre acompañada de un padre adoptivo. Nacer así en este mundo fue una profunda humillación para el Señor de gloria. Y esto no fue todo. Él pasó los primeros treinta años de su vida en la desacreditada y pequeña ciudad de Nazaret, donde era conocido como el carpintero.

Cuando empezó su servicio oficial, nadie veía en él nada especial. Había llegado a ser como uno de nosotros, con la gran excepción de que él no tenía pecado y, por lo tanto, nunca pecó.

Él iba de lugar en lugar ayudando a todos los que le necesitaban, pero él mismo no poseía nada. ¡Era el pobre forastero, quien vino del cielo y no tenía hogar! Sus hermanos lo negaban y sus vecinos se burlaban de él. Los dirigentes religiosos del pueblo lo aborrecían.

Después de tres años, el antagonismo alcanzó su punto culminante. Lo hicieron morir. Aunque Jesús era inocente, el juez romano lo condenó a la muerte de cruz.

Finalmente, en las tres horas de tinieblas, el Dios santo también lo abandonó, porque él tomó nuestro lugar, como nuestro Sustituto, en el juicio que merecíamos.

Fuente:LaBuenaSemilla.net

lunes, 23 de febrero de 2009

El mundo dice: ¡Nada de obligaciones!


Cada uno hacía lo que bien le parecía.
Jueces 21:25

He aquí que el temor del Señor es la sabiduría, y el apartarse del mal, la inteligencia.
Job 28:28

Vivimos en una sociedad que tolera casi todo. Para tener la conciencia tranquila, se empieza por negar la existencia de Dios. La conclusión lógica de ello es que ya no hay que rendir cuentas a nadie. Así, todo está permitido, mientras la justicia humana no tenga que inmiscuirse.

En base a esto, cada uno hace como quiere.Libertad, ésta es la divisa de hoy en día: «Nadie tiene el derecho de decirnos lo que debemos hacer o no hacer. No queremos que se nos obligue».

Esta filosofía permisiva es enseñada y aceptada abiertamente en nuestros días. Sin duda es una de las causas del caos moral en el cual vivimos.¿No es esto lo que falsea todas las relaciones entre marido y mujer, padres e hijos, en las escuelas y en la sociedad?

Cada uno hace lo que quiere, sin tener en cuenta a nadie, aunque luego tenga que negociar los conflictos. Por desdicha aun los creyentes pueden ser contaminados por ese azote social.
Tengamos cuidado. Para todos aquellos que quieren agradar a Dios, la Escritura permanece como autoridad absoluta para amoldar su conducta. Es posible resistir y permanecer firmes en medio de este desorden.

La obediencia a la Palabra de gracia dada por Dios y la oración expresada con real humildad son los recursos para vivir “en este siglo sobria, justa y piadosamente” (Tito 2:12)… contra corriente. “Enséñame a hacer tu voluntad” (Salmo 143:10).

Fuente:LaBuenaSemilla.net

sábado, 21 de febrero de 2009

La permanente Palabra de Dios


Siendo renacidos…por la Palabra de Dios que vive y permanece para siempre.
1 Pedro 1:23.

De cierto,de cierto os digo,que todo cuanto pidiereis al Padre en mi nombre,os lo dará.Juan 16:23.

La palabra escrita es el mensaje entregado por la Palabra, que es Cristo mismo. Como él está vivo y es eterno, así la Palabra es viva y permanente.

Viva: hace su trabajo en el alma y responde a la diversidad de las necesidades del hombre.

Permanente: no cesa y nunca cesará de ser la expresión perfecta del pensamiento de Dios.

Porque “el cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán”, dijo el Señor Jesús (Mateo 24:35). Entre otras razones, justamente porque no pasa, la Palabra es la verdad.

El hombre mortal y efímero, con quien Dios quiso comunicarse, puede optar por ignorar su mensaje. Pero ignorarlo es rehusar recibir a Cristo, la Palabra encarnada, quien vino para traernos la gracia y la verdad. Que el hombre la ignore o la reciba, es su decisión, pero la Palabra “vive y permanece para siempre”.

Existió antes que el hombre y subsistirá después de él. Ella lo juzgará si persiste en su rechazo, su indiferencia o su desprecio. Si la escucha con humildad y confianza (a esto llamamos fe), ella será para él fuente de vida y paz, porque Dios se comprometió por medio de ella, y él no puede mentir.

Finalmente, la Palabra (Jesucristo) se vuelve para el hombre el medio a través del cual puede hablar a Dios. En virtud de la obra de Cristo, nuestro mediador, y en su nombre, es decir, con su aprobación, podemos orar a Dios.

Fuente:LaBuenaSemilla.net

Dios, nuestro Padre.


Olor Fragante (todo un reto)

El otro día regresaba de la papelería y pasé frente a unas señoras que salían de un colegio particular. Seguramente venían de recibir calificaciones de sus hijos. Al pasar cerca de ellas, percibí el aroma de perfumes verdaderamente deliciosos.

Como no soy una conocedora, me pregunté en mi interior: ¿qué marca de perfume traerán estas elegantes mujeres? ¡Son exquisitos y seguramente deben ser muy caros! Caí en la cuenta de apenas conozco el nombre de un perfume famoso al que pueda identificar.

Quizá he escuchado muchos de ellos pero sería incapaz de diferenciar entre uno y otro, porque, ¡no los conozco!Al meditar en esto, de pronto recordé que la Biblia habla de que los hijos de Dios “olemos a Cristo”, por así decirlo. Y me sumí en la profundidad de esa verdad: ¿qué significará? ¿Podría alguien reconocer o identificar este aroma en mí? ¡¡Yo creo que sí lo he identificado en otras personas por la manera como se comportan!!

Estaba en mis cavilaciones, cuando el Señor llamó mi atención hacia un hombre. Era un hombre sumamente pobre que estaba buscando entre la basura. Obviamente estaba muy sucio por todas partes y de su cabeza, a la altura de la oreja derecha, sobresalía una gran bola… no soy doctora pero supongo que era un tumor.De inmediato el Señor me movió a hablarle acerca del amor de Jesús por él.

Platicamos un rato. El hombre me mostró su molestia porque las personas predicamos una cosa pero hacemos otra y estuvo de acuerdo en que todos estamos separados de la gloria de Dios pero que Él es el único que verdaderamente nos ama.Al despedirme de él, le extendí la mano.

Él no quiso darme la suya porque “estaba muy mugrosa” y me ofreció el antebrazo. Entonces, sentí el impulso de darle un abrazo y le pedí su permiso para hacerlo. Él no quería, se miraba así mismo y hablaba de lo sucio que estaba y que cómo yo iba a abrazarlo, pero le dije que lo recibiera como de parte de Dios y por fin accedió.

Lo abracé y creo que ambos pudimos percibir un maravilloso perfume a nuestro alrededor cuando nos separamos y cada quien tomó su rumbo… era el aroma indescriptible del amor de Dios… un perfume que fue pagado al precio inaccesible para el ser humano: ¡la sangre de Cristo ¡, 2 Corintios 2:14-15


Mas a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús, y por medio de nosotros manifiesta en todo lugar el olor de su conocimiento. Porque para Dios somos grato olor de Cristo en los que se salvan, y en los que se pierden.

Fuente:RenuevodePlenitud
Autora: Rosa Amelia Díaz de Beltrán

miércoles, 11 de febrero de 2009

La Paz de Dios


El Dios invisible


Felipe le dijo: Señor, muéstranos el Padre, y nos basta. Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre.
Juan 14:8-9

Algunos artistas han representado a Dios en forma de ser humano, semejante a un anciano. Quizá pensaron en la visión que Daniel describió (Daniel 7:9), pero allí se trata sólo de una visión, no de la persona de Dios mismo. Dios no tiene forma ni figura; él es espíritu.

Después de la salida de Egipto, Moisés dijo a los israelitas que habían oído la voz de Dios en el Sinaí: “Ninguna figura visteis” (Deut. 4:15). Dios mismo dijo a Moisés: “No me verá hombre, y vivirá” (Éxodo 33:20). Él es el Dios invisible, “a quien ninguno de los hombres ha visto ni puede ver” (1 Timoteo 6:16).

No se le puede conocer si él mismo no se revela. “A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer” (Juan 1:18). En Cristo, “Dios fue manifestado en carne” (1 Timoteo 3:16).

Cristo, el Hijo de Dios, es la imagen del Dios invisible. Una “imagen” es la fiel representación de una persona o de un objeto, mientras que una “semejanza” sólo reproduce algunos rasgos. Una imagen está hecha para ser vista y representar lo que por cualquier motivo no es visible. Ya que Dios es invisible para toda la creación, Jesús, el Hijo de su amor, es quien lo revela.

El Hijo que desde la eternidad está “en el seno del Padre”, quien también es Dios y fue hecho hombre sin dejar de ser Dios, es el que manifiesta a Dios en todos sus caracteres y distintivos. Sí, es su misma esencia.
Fuente: LaBuenaSemilla.net

jueves, 5 de febrero de 2009

Junto al Señor Jesús


(Jesús dijo): He aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.
Mateo 28:20

Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo.
Salmo 23:4

Un autor contemporáneo escribió: «En el curso de los años, entre los cristianos se ha desarrollado la idea de que su llamamiento primordial es estar cerca de los demás, es decir, ser sensibles a sus necesidades y sufrimientos. Pero al leer la Biblia, vemos que el primer pensamiento de Jesús era obedecer a su Padre y vivir constantemente en su presencia. Entonces podía desempeñar con los hombres lo que Dios su Padre le había encomendado».

Nosotros, quienes decimos que queremos seguir a Jesús, primero debemos buscar su compañía, vivir cerca de él, sabiendo que además de estar presente, él interviene y responde. Entonces, cuando sobrevengan las dificultades o las tentaciones, nos sentiremos protegidos por esa presencia de amor. Y entonces también podremos ser atentos, respetuosos y abiertos con aquellos que nos rodean.

Al despertar cada mañana, a menudo los afanes del día nos asaltan. Nuestro primer deber consiste simplemente en apartar esos pensamientos, volviéndonos a Dios mediante la oración y escuchándole al leer su Palabra. Entonces nuestra vida será más fuerte, alegre y apacible durante el día.

Si a veces nos damos cuenta de que, por decirlo así, hemos soltado la mano del Señor Jesús, que nuestro reflejo sea volver a Él por medio de una corta y silenciosa oración. Él nos contestará, porque nunca nos abandona.

Fuente: LaBuenaSemilla.net

miércoles, 4 de febrero de 2009

El reino de la gracia


Cuando el pecado abundó,sobreabundó la gracia;para que así como el pecado reinó para muerte,así también la gracia reine por la justiciapara vida eterna mediante Jesucristo,Señor nuestro.
Romanos 5:20-21

Hoy en día, ¿qué domina en la tierra? Desde que el hombre existe, la abundancia del mal es indiscutible. Dios lo llama pecado. La violencia y la corrupción dan una prueba evidente de ello. Pero de manera admirable, Dios respondió al desafío del pecado: Jesús vino a traernos la gracia y la verdad.

Las bendiciones ligadas al triunfo de la gracia sobrepasan las terribles consecuencias del pecado: – El pecado corrompe todo y conduce a la muerte, pero la gracia de Dios aparta del mal y da vida: – Cada ser humano merece el juicio de Dios, pero la gracia borra los pecados y ofrece el perdón y declara justo a todo aquel que cree en Jesucristo habiendo confesado sus pecados: – La consecuencia del pecado es la muerte, pero aquel que cree recibe gratuitamente la vida eterna (Romanos 6:23).

Cuando el tiempo de la gracia se acabe, Dios mostrará su justicia al juzgar a todos los incrédulos. El reino de la gracia empezó en la cruz, donde Cristo triunfó sobre todo lo que se opone a Dios: el mundo (Juan 16:33), el pecado (Hebreos 9:26), la muerte (2 Timoteo 1:10), Satanás y sus ángeles (Hebreos 2:14).

¡Qué triunfo el de la gracia de Dios, que se elevó por encima de la abundancia del pecado! No sólo aleja a los hombres de la muerte, sino que los asocia a Aquel que vive eternamente.
Fuente: LaBuenaSemilla.net