Romanos 6:18-19
Entre los numerosos títulos que designan a los creyentes en el Nuevo Testamento, se halla el de siervo (esclavo). En tiempos antiguos, la condición de esclavo era en general muy dura. Sin embargo, los apóstoles y el mismo Señor toman ese título y lo aplican a los creyentes.
El esclavo pertenece totalmente a su amo y está obligado a servirle. El sistema humano ocasionó tantos abusos que la palabra esclavo produce una terrible resonancia en nuestras mentes.
Pero hay casos en que la Escritura recomienda esta posición, para que así alguien pueda decir: “Yo amo a mi señor… no saldré libre” (Éxodo 21:5), «amo estos vínculos que me atan a él, porque él es bueno». El cristiano, ¿de quién puede decir que es el feliz siervo? Siervo de la justicia. Todos éramos esclavos del pecado, pero encontramos al gran libertador, Jesucristo, en quien está personificada la justicia.
Ahora le obedezco haciendo hechos justos ante Dios.Siervo de Jesucristo. Es el título que toman con alegría Pablo, Timoteo, Santiago, Pedro, Judas apóstol… al comienzo de sus epístolas.Jesús es mi verdadero amo. Me rescató por el precio de su sangre derramada en el Gólgota.
En la práctica, ¿soy un siervo sumiso?Siervo de Dios (Apocalipsis 1:1). Obedezco a Dios porque le pertenezco. Trato de hacer su voluntad, que es soberana y maravillosamente más sabia que la mía. ¿Me percato siempre de ello?
Fuente:LaBuenaSemilla.net
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