domingo, 24 de mayo de 2009

El sacerdocio actual

Vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo.
1 Pedro 2:5


Cuando Pedro escribe a los destinatarios de su epístola: “Vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios”, habla del culto cristiano tomando como ejemplo el servicio sacerdotal levítico.

En aquellos lejanos tiempos los sacerdotes quemaban sobre el altar los sacrificios que los israelitas ofrecían a Dios.

Hoy día todos los salvos son sacerdotes. Nuestros sacrificios son de tipo espiritual y abarcan lo que deseamos presentar a nuestro Salvador como alabanzas, acciones de gracias y aprecio por su persona.

Podemos expresar esto como adoración a Dios. Él se alegra cuando halla en el corazón de los suyos una respuesta a su gran amor y a la entrega de su amado Hijo a la muerte en la cruz.

El domingo, cuando nos reunimos para el partimiento del pan, podemos llevar juntos a Dios la adoración que tenemos en el corazón. Algunos hermanos proponen los cánticos entonados por el conjunto de los presentes, pronuncian oraciones o leen textos de la Biblia.

Así el Espíritu Santo conduce y da expresión a la común adoración. De hecho, la adoración en sí misma es lo que se halla en el corazón de los presentes. Lo que cuenta para Dios es lo que brota del corazón de sus hijos. En Apocalipsis 5 se dice que los ancianos, después de haber cantado el nuevo cántico, sencillamente “se postraron sobre sus rostros y adoraron”.

Fuente:LaBuenaSemilla.net

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