viernes, 31 de julio de 2009

Una única puerta


Esforzaos a entrar por la puerta angosta.
Lucas 13:24

Porque estrecha es la puerta… que lleva a la vida.
Mateo 7:14

Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo.
Juan 10:9

Para poner su enseñanza al alcance de todos, a Jesús le gustaba ilustrarla mediante ejemplos sacados de la vida diaria o con objetos de uso corriente: la lámpara, la sal, el camino, el grano de trigo, el pan, una moneda…

En los versículos arriba escritos, nuestro Señor se designa a sí mismo como la puerta que conduce a la vida y desemboca en el cielo. Para acceder a éste, es necesario pasar por Jesús.

Esta puerta es angosta, pero lleva a la vida. Mientras permanezca abierta, Dios ofrece su gracia a todos aquellos que quieran atravesarla humildemente. Sin embargo el tiempo apremia, pronto se cerrará y nadie podrá abrirla.

Jesús quiere librarnos del pecado. En este otro sentido, “la puerta” es una frontera, un medio de ser protegido. Cristo es a la vez el acceso al Padre y la protección contra el mal.

Jesús declara: “Yo soy la puerta”, también el único medio para salir de las situaciones más desesperantes. Es una salida para las dificultades que nos parecen insalvables, para los peligros que nos acechan y los pecados que nos impiden avanzar.

A menudo le damos vueltas a nuestros problemas no resueltos. Sin embargo, para esas dificultades existe una salida: ¡Jesús! Él es la gran respuesta a todos los problemas personales, conyugales, familiares y sociales del lector; sólo Él puede y quiere ayudarle.

Fuente:LaBuenaSemilla.net

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