martes, 4 de agosto de 2009

La beneficencia

El ojo misericordioso será bendito, porque dio de su pan al indigente.
Proverbios 22:9

De hacer bien y de la ayuda mutua no os olvidéis; porque de tales sacrificios se agrada Dios.
Hebreos 13:16

Dios ama al dador alegre.
2 Corintios 9:7

Un chico de una familia pobre a menudo era el objeto de burlas de sus compañeros. Se mofaban de su ropa, pero también a causa de su perseverancia en la oración y su confianza en Dios. Un día uno de ellos le preguntó: –¿Por qué sigues orando si el buen Dios nunca te contesta? ¡Por lo menos podría darte ropa como es debido! El niño permaneció silencioso un rato y luego respondió: –Dios siempre contesta; seguramente que ordenó a alguien ocuparse de ello, pero esa persona lo olvidó.

Quizás esta pequeña anécdota le habla como habló a mi conciencia. Nuestro modelo, Jesucristo, “anduvo haciendo bienes” (Hechos 10:38). Siempre estuvo dispuesto a ayudar a los que encontraba.

Jesús dijo a sus discípulos que cualquiera que diera un vaso de agua fría a un pequeñito no perdería su recompensa (Mateo 10:42).

Cuando estemos en el cielo será demasiado tarde para imitar a nuestro Maestro, porque ya no habrá necesidades. Alrededor de nosotros las oportunidades son numerosas: a nuestra puerta, en nuestra ciudad, entre los cristianos o los que no lo son. Pidamos a Dios que abra nuestra inteligencia y corazón para que discernamos las obras que Él preparó a fin de que anduviésemos en ellas (Efesios 2:10).

Cuando tengamos, pues, la oportunidad, “hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe” (Gálatas 6:10).

Fuente:LaBuenaSemilla.net

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