martes, 11 de agosto de 2009

¿Qué hacemos con las bendiciones de Dios?


De acuerdo a lo que La Palabra de Dios (Biblia) nos enseña, todo lo que tenemos o somos proviene de Dios. Como hijos suyos, El nos provee con todo lo necesario para vivir y subsistir.

Argumentos como: Dios me bendijo con un esposo o esposa…, Dios me bendijo con hijos…, Dios me bendijo con un trabajo…, Dios me bendijo con dones espirituales…, Dios me bendijo con un ministerio…, Dios me bendijo haber nacido en un hogar cristiano…, etc., etc., son comunes en nuestras conversaciones y al momento de recibirlas (las bendiciones) nos gozamos, emocionamos y agradecemos a Dios en nuestras oraciones por ellas. Pero, ¿por cuanto tiempo?

Qué sucede en nosotros cuando surgen crisis matrimoniales, o cuando nuestros hijos pierden el interés por lo “del Señor”, o tenemos problemas en el trabajo, o inconvenientes en el ministerio?

El peor enemigo de las bendiciones que Dios nos da por Gracia (sin merecerlas) es que con el pasar del tiempo, consciente o inconscientemente, pierdan el valor que en un comienzo tuvieron. Más aún; cuando con lo que Dios nos bendijo no marcha bien, muchas veces hasta nos atrevemos a reclamarle.
El primer reclamo lo encontramos en Génesis: …“la mujer que me diste…”

Es interesante descubrir en La Biblia que ella está llena de recomendaciones, sobretodo en tiempos de crisis, para que las bendiciones que Dios nos da (cónyuge, hijos, bienes, ministerios, etc.), permanezcan en el tiempo.

El desconocimiento de los consejos de Dios, es lo que nos lleva a tomar decisiones equivocadas. En vez de aplicar lo que La Biblia nos enseña, nos ponemos a experimentar según nuestra propia opinión y conveniencia.

En esta breve exposición, no he mencionado ninguna cita bíblica exceptuando el ejemplo de Adán cuando le reclama y se excusa ante Dios, pretendiendo obviar toda responsabilidad. La razón principal que me motiva, es invitarte a reflexionar sobre tus propias experiencias. También, deseo despertar en ti el interés de leer La Biblia bajo el aspecto de descubrir en ella los hermosos y sabios consejos para que tu vida, a pesar de las circunstancias, sea una bendición continua.

Descubre el valor de La Palabra de Dios como lo expresa el salmista en el Salmo 119.
Si te das cuenta que has sido negligente con lo que Dios te ha bendecido, se sincero(a) como el rey David en reconocer tus errores y pide perdón y sabiduría a Dios para no volver a cometerlos. Lee y estudia La Palabra de Dios como que si fuese un mensaje personal para ti y en una actitud autoanalítica, descubre si hubiese sido importante haber cuidado todo aquello con lo que Dios te ha bendecido.

Fuente: Juan Paulus
Equipo de colaboradores del Portal de la Iglesia Latina

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